El Barcelona jugó un brillante partido ante un rival que defraudó al fútbol y a los aficionados. La propuesta holandesa se consumió en las sombras y sólo el tardío gol de El Ghadi les dio esperanzas. Neymar, Messi y Sandro rubricaron la victoria.
El aficionado azulgrana puede dormir tranquilo porque su equipo está dirigido por un hombre sensato que ha reformulando el brillante estilo del Barcelona. Luís Enrique ha logrado un juego eficaz y técnicamente perfecto, y lo ha conseguido sin dramas, optando por la naturalidad y la armonía dentro y fuera del campo. El Ajax, en cambio, sigue anclado en una romántica apuesta que les impide avanzar hacia un fútbol moderno donde el nervio y la brega son esenciales para dominar los partidos. Y es que no sólo con violinistas se puede vencer a este Barça.
Las esperanzas holandesas aguantaron hasta que los azulgranas localizaron los puntos débiles de su adversario y lograron hacerle daño. La defensa adelantada y la falta de presión en la medular condenaron a un equipo que se vio atrapado por el toque de Messi, Pedro y Rakitic en el centro del campo. Una jugada de triangulación endiablada fue la que llevó el balón hasta Neymar, en el vértice izquierdo del área, donde el brasileño golpeó el balón con un fino toque que describió una deliciosa parábola. El Barcelona estaba afinado.
Sin embargo, en el fútbol como en la vida todo es posible, y por eso Luis Enrique presionaba como un lobo desde la banda para que los suyos no se relajasen. Meciendo el juego de un lado a otro, como un péndulo oscilante, maravillaron los azulgranas a un público que parecía encantado con la mejor versión de los suyos. El Barcelona era un prestidigitador jugando a las ilusiones ante un rival embobado. En el minuto 23, Bartra interceptó un balón mal jugado por la zaga visitante, le cedió el pase a Iniesta, absolutamente sólo en el centro, y éste habilitó a Messi con un envío certero que resquebrajó la endeble muralla del Ajax. El argentino evitó al central y en una fracción de segundo cargó la pierna y batió raso a Cillessen, cuyos reflejos sólo rozaron el disparo. Fue el tanto que confirmó la sentencia y ni siquiera el tardío gol de El Ghadi en el minuto 88 puso nervioso a un estadio que saboreaba otra victoria. El gol de Sandro pocos minutos antes del final, fue la rúbrica perfecta a una noche plácida y con escasas sorpresas.
Había sido el escenario perfecto para el Barcelona, que revivía en su feudo las glorias europeas de antaño, la imagen onírica de un equipo en su propio País de las Maravillas. Sin embargo, la esquiva sombra que atenaza el Camp Nou puede devolver a este Barça a una realidad que le incomoda; y es que frente a los grandes rivales ya no domina como antes. La victoria frente al Ajax servirá para confirmar a los adversarios que el buen estado del equipo no es una ilusión pasajera, pero no deben caer los azulgranas en una complacencia desmedida. La realidad puede ser engañosa y la confianza juega a veces malas pasadas. Si el Barcelona utiliza este encuentro para medir futuros enfrentamientos tendrá problemas, porque no es lo mismo jugarle con brillantez al Ajax que pelear contra los grandes como visitante. Veremos qué ocurre el próximo sábado, cuando el Real Madrid de cuenta de ello. La duda asegura un partido emocionante.
La Palabra Deportiva 